El alcalde de Roma, Gianni Alemanno, manifestó que nunca consideró al fascismo “como un mal absoluto”, lo que desató la inmediata crítica de legisladores de izquierda y de la comunidad judía, según indicó el portal Ynet.
“El fascismo fue un fenómeno complejo”, dijo Alemanno en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera publicada el domingo, cuando viajaba a Jerusalem.
El dirigente de la posfascista Alianza Nacional aseguró que “muchas personas se unieron de buena fe (al fascismo) y no me parece etiquetarlas con esa definición”.
La controversia por las declaraciones de Alemanno se produjo en medio de un debate en Italia sobre el clima de xenofobia e intolerancia.
Además, un semanario católico sugirió la última semana que en Italia podría estar resurgiendo el fascismo.
En el reportaje, Alemanno también destacó que leyes racistas promulgadas durante la era fascista en Italia –más que el fascismo en sí mismo- fueron “absolutamente maléficas”.
Ex líder de un partido neo-fascista, Alemanno se convirtió en el primer alcalde derechista de Roma desde 1943.
Sus comentarios, provocaron la inmediata reacción de legisladores de izquierda.
“Cualquier esfuerzo de legitimizar una tragedia, un fenómeno dramático e inaceptable como el fascismo es totalmente irresponsable”, señaló el legislador de izquierda Roberto Giachetti y agregó que “el régimen fascista es la pagina más oscura de la historia de nuestro país”.
Por su parte, el legislador Roberto Morassut sostuvo que Alemanno debería disculparse con todos los italianos por sus “imprudentes declaraciones”.
“Si el fascismo no hubiera existido, no hubieran habido leyes raciales”, señaló el sobreviviente de Auschwitz Piero Terracina, en declaraciones a la agencia italiana Ansa.
En tanto, los legisladores de derecha defendieron a Alemanno y aseguraron que el alcalde solo intentó hablar de un capitulo “complejo” de la historia de Italia y no trató de absolver al fascismo de sus pecados.
Alemanno, que se queja constantemente del trato que le propicia la izquierda cuando lo etiqueta como “fascista”, intentó generar buenos vínculos con la comunidad judía que incluyeron visitas a monumentos a las victimas judías de los nazis y a la sinagoga de Roma.
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